martes, 29 de septiembre de 2009

MATANDO LOS MICHELINES CON FRÍO

Sin cirugía, sin agujas, sin dolor, sin esfuerzo... Los indestructibles rollitos de la cintura, o la papada, desaparecen aplicando temperaturas bajo cero. El inventor, un profesor de Harvard, ya patentó la depilación permanente.

La grasa no perdona. Preocupa. Basta teclear en Google «rollitos en la cintura»: 267.000 páginas de consejos y recetas para atacar esos resistentes michelines. «He ido al gimnasio, hago abdominales, como poco, pero la fastidiosa cintura no me adelgaza», se explaya un sufridor en uno de los foros de culto al cuerpo en internet. ¿Solución? Pasar por el quirófano. Es el peaje de la liposucción que pagaban forzosamente quienes deseaban afinar su gordita cintura. Para ellos y ellas la buena noticia llega ahora desde la Universidad de Harvard, en EEUU, sin cirugía, ni agujas, ni dolor. La incómoda grasa a la altura de las caderas se elimina con frío.
En una hora, adiós a los michelines; en tres, ni rastro del abultado vientre. El prometedor tratamiento, que lleva por nombre criolipolisis, consiste en destruir los adipocitos (células grasas) a temperaturas controladas por debajo de los cero grados, sin dañar el resto de los tejidos. Un adelanto, fruto de nueve años de investigación, que muchos especialistas califican ya de revolucionario y que en tres meses llegará a España. «No es un tratamiento contra la obesidad», recalca el doctor Ricardo Ruiz. Él será el primero en España en utilizar el frío contra la grasa. «La de la cintura está predeterminada genéticamente, por eso sólo se podía eliminar con cirugía». El tratamiento es indoloro, pues la zona permanece dormida por el frío.


Detrás de este avance estético está uno de los cerebros más prolíficos de la dermatología, el doctor Richard Rox Anderson, 54 años, científico y profesor en Harvard (EEUU), y una especie de sabio renacentista que ha sabido como pocos combinar el arte de la medicina con la tecnología de la luz más avanzada. Él concibió y desarrolló la moderna cirugía de la piel utilizando por primera vez la energía de los rayos láser, que ahora se aplica en todo el mundo para el tratamiento de los lunares, tatuajes y lesiones epidérmicas varias.
Aunque el logro que quizás más popularidad ha dado a Anderson en su faceta como innovador es el haber ideado el método de depilación permanente, una terapia que de inmediato conquistaría a millones de mujeres y, con la llegada en tromba de la moda metrosexual, no tardaría en seducir también a los hombres. Fue en 1994, tras una década de intensas investigaciones basadas en la física de partículas de luz, cuando este visionario comprobó que los rayos emitidos por un láser de rubí, un mineral que amplifica la luz, borraba de raíz el pelo. Con este sistema se logra una depilación efectiva y permanente en hasta un 80% del total de los vellos del cuerpo. Un alivio para quienes hasta entonces sufrían cada vez que se depilaban con cera caliente o las clásicas cuchillas de afeitar.


LA CARA, TAMBIÉN
EL INVENTOR. Rox Anderson, en primer plano, profesor de Harvard, también creó la depilación láser.En el Centro de Fotomedicina Wellman, adscrito al hospital de la Universidad de Harvard, donde el doctor Rox Anderson investiga y trata a sus pacientes, las expectativas parecen halagüeñas. Según los ensayos de Rox, la destrucción de la grasa mediante frío ha dado resultados por encima incluso de lo esperado. En el 72% de los casos lograron destruir los adipocitos de los michelines, abriendo así la posibilidad al uso de este método en la cara, donde la cirugía a menudo deja huellas difíciles de borrar.
«La grasa tiene un comportamiento especial al enfriarse», explica el doctor Ricardo Ruiz. «Todos tenemos experiencia de que el aceite se hace sólido al meterlo en la nevera, o la misma mantequilla. Y lo mismo le pasa a los adipocitos, de manera que el volumen de la grasa va diminuyendo y el michelín prácticamente desaparece sin que la persona necesite pasar por el quirófano».
Una ventosa succiona la zona grasa de la cintura y le inyecta más o menos frío, dependiendo del tamaño del flotador, mientras el paciente permanece completamente despierto. En no más de 60 minutos, la temperatura por debajo de los ceros grados esculpe una cintura nueva. «Estamos al principio de una revolución que podría cambiar los tratamientos de estética». Palabra de Rox.
El Mundo, 27-09-09

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